NARRATOR:
El año es 1911; el lugar, la ciudad de Nueva York, epicentro de la modernidad. Y George Bellows se atrevió a abordarla en esta dinámica pintura.
CHARLES BROCK:
Lo que más me gusta de ella es su ambición desenfrenada. Tenemos a un artista muy joven, dispuesto a intentar cualquier cosa.
NARRATOR:
Charles Brock.
CHARLES BROCK:
Dispuesto a intentar algo tan audaz como representar la totalidad de la ciudad de Nueva York en un lienzo.
NARRATOR:
Aquí Bellows imaginó el distrito comercial de la ciudad, en Madison y la 23, en su momento más frenético.
CHARLES BROCK:
Al fondo, a lo lejos, hay un tren elevado y los propios rascacielos. Y vemos este popurrí de tránsito con carretas tiradas por caballos que entran en conflicto con los automóviles y los peatones. Es un tipo de pintura que, para los espectadores contemporáneos, era tan confusa como el tema en sí.
NARRATOR:
Resulta incluso difícil saber a dónde mirar: el tranvía del extremo izquierdo cargando pasajeros, los carteles de las tiendas, los peatones anónimos agolpados en las calles. En un mar de grises y verdes, Bellows identifica unos pocos detalles en rojo. Los críticos consideraron que la obra era desorganizada y difícil de leer.
CHARLES BROCK:
Sin embargo, todos se sintieron atraídos por la pintura, por su vitalidad, por la forma novedosa en la que Bellows intentaba representar la ciudad. Y uno de los escritores, tras criticar la pintura, dijo: “Algún día, en un futuro lejano, se la considerará, sin duda, la mejor descripción de la escena neoyorquina informal realizada por los reporteros del presente”.